El Día del Libro siempre es un buen momento para acercarse a los más pequeños y trasladarles más allá de donde su imaginación, ya de por sí les puede llevar. En este caso dos cuentos, “¡Voy a comerte!” y “Loboferoz” fueron los hilos conductores hacia la risa y las carcajadas de los más peques y de los que ya no lo son tanto, y en donde el lobo, protagonista de estas dos historias, tiene un papel que se aleja mucho del de los cuentos clásicos al que los niños están acostumbrados a escuchar.
Más tarde se realizó un taller de huellas de lobo sobre plastilina casera donde más de cuarenta niños y niñas, y algunos padres, además de llevarse a sus casas una “huella de lobo”, se llevaron harina y manchas de colorante por todas partes.